viernes, 14 de enero de 2011

REFLEXIONES DESDE MI TIZA



EL ABUELO MAESTRO

Según un estudio reciente sobre la población activa, el 80% de las personas entre los 60 y 65 años son ya abuelos. Esto quiere decir que un alto porcentaje de trabajadores de esa edad, muy próximos a conseguir su jubilación, alternan sus obligaciones laborales con la atención, cuando no el cuidado, de sus nietos que son los que te hacen abuelo, no la edad.

Es inminente la llegada de un acuerdo o de un decreto impositivo por el que se prolonga la vida laboral hasta los 67 años. ¿Para todos los trabajadores? ¿En todas las profesiones? Estas son las preguntas que deben hacer reflexionar a la clase política. Esperemos que se imponga la sensatez y se indulte de esta carga a los que deben corretear cada día tras nuestros hijos: los maestros. Por el bien de los alumnos y del profesor.

Los padres, generalmente jóvenes, que despiden cada mañana a su hijo en la clase de educación infantil ante una profesora o un profesor de 65 años, deberían recomendar al niño que guardase su natural vitalidad para cuando regresara a casa. A esa edad no basta buena voluntad por parte del profesor, sino una voz templada, lumbares resistentes, ágiles articulaciones, humor y forma física que soporten el torbellino generado por 25 efervescentes primaveras. ¡Tened cuidado de la "seño"!, debería ser la recomendación matinal.

No muy diferente es la situación en los demás niveles educativos. Los adolescentes tienen otras exigencias, no solo académicas, que con dificultad pueden atender educadores con largos años y experiencia acumulada. Tampoco aquí se suple con buena voluntad la demanda de jóvenes y adolescentes.

Para aquellos profesionales de la enseñanza a los que el paso del tiempo ha respetado una forma física adecuada, un ánimo con excelente vitalidad para ejercer su profesión y que mantengan su voluntad de seguir en el aula, se debería permitir prolongar su labor educativa. Seguro que sus alumnos, también lo agradecerán. Pero imponer por decreto el ejercicio de la docencia hasta una edad que no responda a las exigencias del educador y del educando, es un agravio a la calidad educativa.

La sociedad debe tener los recursos suficientes para no decretar leyes cerrando los ojos a una realidad inexcusable. Hay profesiones en las que una retirada a tiempo es un excelente beneficio. La de maestro es una de ellas.

Al acabar el día, me sacudiré las manos manchadas de tiza y entre la nube de polvo que desprenden, pensaré en mantener en forma mis facultades físicas y mentales para atender convenientemente a mis alumnos, antes de que ellos tengan que cuidar de mí.
Joaquín Moreno Cejuela

1 comentario:

  1. Creo que la demanda de los profesores debe estar apoyada, además, por los padres. Como madre de una niña de 7 años no me gustaría que tuviera como profesor a una persona sin ilusión y desmotivada. Esta profesión quema mucho (mi padre lo fue). Es mejor para todos que se incorporen nuevos maestros y ya cogerán experiencia.

    ResponderEliminar